Cátedra de la Paz

Cátedra de la Paz
Hagamos la Paz en paz

martes, 1 de julio de 2025

La vocación muralista de la gente de Los Curos.

 

Los Curos, parroquia popular y vibrante ubicada en la parroquia civil Osuna Rodríguez del municipio Libertador del estado Mérida, ha sido, por décadas, un verdadero semillero de expresiones juveniles, culturales y comunitarias.

Entre esas manifestaciones, destaca con fuerza su profunda vocación muralista, una tradición que ha dejado huellas de colores, consignas, sueños y luchas plasmadas en las paredes que bordean esta comunidad andina.

En especial, las paredes de la Industria GAMA, justo en la entrada a Los Curos, han sido desde hace más de cuarenta años el lienzo urbano preferido de generaciones de jóvenes, convirtiéndose en referencia viva del arte comunitario en Mérida.

Durante los años ochenta, fue el Movimiento Juvenil ANCLA quien se apropió de esos muros, transformando la grisura del concreto en un espejo de esperanzas juveniles. Pintaban murales con mensajes de vida, fe, denuncia y participación. Así como también lo hacían en otras paredes de sectores como la parte Alta, Media o Negro Primero.

En esos años, el muralismo era más que una expresión artística: era una toma simbólica del espacio público, una forma de decir “aquí estamos” y una herramienta para educar desde el color. Cada mural se gestaba en colectivo, con brochas prestadas, pintura conseguida con esfuerzo y mucha pasión.

A partir de los años noventa, esta tradición fue retomada con fuerza por la Asociación Civil Cátedra de la Paz y Derechos Humanos Mons. Oscar Arnulfo Romero, que junto a diversos grupos juveniles organizados entre 1990 y 2000 —como la Coordinadora de Grupos, Soldedi, EGUM, Grupo de Montañismo de Los Curos, CERCUS, los grupos religiosos, entre otros— hizo de los murales no solo una expresión cultural, sino un acto pedagógico y político en el mejor sentido: educar para la paz, visibilizar los derechos humanos y sembrar conciencia crítica en la comunidad. Los murales se realizaban con jornadas colectivas que incluían conversatorios, limpieza de espacios y festivales barriales.

Walter Trejo Urquiola, actual coordinador general de la Cátedra de la Paz, recuerda con especial claridad una experiencia de 1989. En medio de una jornada muralista en las paredes de GAMA, dirigentes políticos locales de entonces intentaron obligarlos a detener la pintura para colocar propaganda partidista. Al negarse a ceder ese espacio, tradicionalmente ocupado por los jóvenes de la comunidad, fueron amenazados verbalmente, generando tensión y preocupación.

Sin embargo, la comunidad respaldó a los muralistas, y el hecho fue reseñado por el Diario Frontera, lo que permitió visibilizar el conflicto y reafirmar la legitimidad de ese muro como espacio juvenil y comunitario. Ese incidente fortaleció el compromiso de los jóvenes, quienes comprendieron que pintar murales era también un acto de resistencia y dignidad.

Con la llegada del nuevo milenio, y ya entrada la década del 2000, las circunstancias comenzaron a cambiar. Los altos costos de la pintura, la falta de apoyo gubernamental sostenido a estas expresiones artísticas comunitarias, y la transformación de las dinámicas juveniles en Los Curos hicieron que muchos de esos grupos se disolvieran o cambiaran de rumbo.

Fue entonces cuando las organizaciones comunales comenzaron a hacer uso del mismo muro, esta vez para plasmar mensajes alusivos a las misiones sociales impulsadas por el gobierno nacional y consignas de la denominada Revolución Bonita. Así, los murales pasaron de ser lienzos juveniles independientes a convertirse en espacios de comunicación política con el proceso bolivariano.

Sin embargo, más allá de los cambios de contenido o de manos que han pintado los murales, la vocación muralista sigue viva en la memoria colectiva de Los Curos.

Esa pared de GAMA, testigo silente de las luchas, alegrías y visiones de comunidad, continúa siendo un símbolo de identidad. Para muchos, recuperar esa vocación muralista juvenil, con apoyo institucional y comunitario, es una deuda pendiente.

Porque Los Curos no solo se cuenta con palabras, sino también con colores, pinceles y murales que han hecho de sus calles una galería de luchas compartidas. Ciberpaz/conIA

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario